Podemos influir en el funcionamiento del cerebro mejorando su estado y previniendo su deterioro.
El cerebro, esa masa arrugada de apenas kilo y medio que controla nuestros movimientos, pensamientos, afectos y sueños y que es una buena parte de nuestra identidad debe cuidarse.
Hace un año y medio, la Fundación para el Cerebro Paul Allen completó el primer mapa genético de este órgano. Además, la ciencia ha desmontado una antigua idea que aseguraba que el destino intelectual y emocional de una persona estaba ya decidido al nacer, que venimos al mundo con unas capacidades predeterminadas y que poco o nada podemos hacer para mejorarlas.
Nuevas evidencias científicas han demostrado que nuestro cerebro es un órgano en constante evolución y que podemos influir en su funcionamiento y sus potencialidades a cualquier edad, mejorando su estado y previniendo su deterioro. Para ello, tenemos que tener muy en cuenta tres puntos clave: la estimulación mental, el ejercicio físico y una alimentación sana que contenga nutrientes específicos.
En efecto, los bioneurólogos han descubierto que si este órgano recibe ciertos nutrientes concretos y mejora sus redes vasculares mediante ejercicio físico y un estilo de vida cardiosaludable, puede aumentar sus potencialidades intelectuales, generar estados de ánimo positivos y ver reducido el riesgo de daños neurológicos a lo largo de su vida.
Y, ¿cuáles son esos alimentos "cerebrosaludables"? A nosotros nos resultan familiares porque son los propios de la dieta mediterránea: verduras, frutas, frutos secos, legumbres, pescado, aceite de oliva... Sus efectos beneficiosos están siendo corroborados por diferentes investigaciones. Por el contrario, es recomendable evitar las grasas saturadas, los ahumados, los dulces o el exceso de sal, cuyo abuso también se refleja negativamente en las neuronas y en los vasos sanguíneos que alimentan el cerebro.
Hablando de todo ello en una conversación de sobremesa, el neurólogo Gurutz Linazasoro (firme defensor de la "medicina del estilo de vida") y el cocinero Martín Berasategui comentaron la necesidad de difundir los nuevos saberes, especialmente a los afectados de enfermedades neurológicas.
El resultado ha sido "No te comas el coco", un libro que plasma estos conocimientos en una serie de consejos útiles y 55 recetas tan sencillas como apetecibles. Pescados azules (atún, sardinas, arenques, chicharro, salmón). Así, algunos alimentos saludables para el cerebro son los siguientes: - Frutos secos (nueces, almendras, avellanas). - Cereales y pan integrales. - Lácteos descremados (leche, queso, yogures, requesón). - Verduras (espinacas, judías verdes, brócoli, zanahoria). - Frutas (uvas, melocotones, cerezas, frutos del bosque). - Aceite de oliva. - Legumbres (lentejas, garbanzos, guisantes...) - Carnes magras (pollo y pavo sin piel).
Hace un año y medio, la Fundación para el Cerebro Paul Allen completó el primer mapa genético de este órgano. Además, la ciencia ha desmontado una antigua idea que aseguraba que el destino intelectual y emocional de una persona estaba ya decidido al nacer, que venimos al mundo con unas capacidades predeterminadas y que poco o nada podemos hacer para mejorarlas.
Nuevas evidencias científicas han demostrado que nuestro cerebro es un órgano en constante evolución y que podemos influir en su funcionamiento y sus potencialidades a cualquier edad, mejorando su estado y previniendo su deterioro. Para ello, tenemos que tener muy en cuenta tres puntos clave: la estimulación mental, el ejercicio físico y una alimentación sana que contenga nutrientes específicos.
En efecto, los bioneurólogos han descubierto que si este órgano recibe ciertos nutrientes concretos y mejora sus redes vasculares mediante ejercicio físico y un estilo de vida cardiosaludable, puede aumentar sus potencialidades intelectuales, generar estados de ánimo positivos y ver reducido el riesgo de daños neurológicos a lo largo de su vida.
Y, ¿cuáles son esos alimentos "cerebrosaludables"? A nosotros nos resultan familiares porque son los propios de la dieta mediterránea: verduras, frutas, frutos secos, legumbres, pescado, aceite de oliva... Sus efectos beneficiosos están siendo corroborados por diferentes investigaciones. Por el contrario, es recomendable evitar las grasas saturadas, los ahumados, los dulces o el exceso de sal, cuyo abuso también se refleja negativamente en las neuronas y en los vasos sanguíneos que alimentan el cerebro.
Hablando de todo ello en una conversación de sobremesa, el neurólogo Gurutz Linazasoro (firme defensor de la "medicina del estilo de vida") y el cocinero Martín Berasategui comentaron la necesidad de difundir los nuevos saberes, especialmente a los afectados de enfermedades neurológicas.
El resultado ha sido "No te comas el coco", un libro que plasma estos conocimientos en una serie de consejos útiles y 55 recetas tan sencillas como apetecibles. Pescados azules (atún, sardinas, arenques, chicharro, salmón). Así, algunos alimentos saludables para el cerebro son los siguientes: - Frutos secos (nueces, almendras, avellanas). - Cereales y pan integrales. - Lácteos descremados (leche, queso, yogures, requesón). - Verduras (espinacas, judías verdes, brócoli, zanahoria). - Frutas (uvas, melocotones, cerezas, frutos del bosque). - Aceite de oliva. - Legumbres (lentejas, garbanzos, guisantes...) - Carnes magras (pollo y pavo sin piel).
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