Por ello, a continuación ofrecemos las líneas básicas que se han de tener en cuenta a la hora de exfoliarse si se desea cuidar la piel a la vez que llevar a cabo su completa renovación.
La exfoliación es básicamente una limpieza profunda que se ha de efectuar con suavidad y que proporciona múltiples beneficios físicos e, incluso, mentales, dada la relajación que produce. Los productos exfoliantes se deben aplicar en la piel humedecida mediante un ligero masaje, realizado siempre con movimientos circulares en la zona del vientre, caderas y glúteos, y con movimientos ascendentes en las extremidades, prestando especial atención a las zonas más secas y ásperas como codos, rodillas... Mediante este masaje, el producto exfoliante permite la salida de todos los principios activos contenidos en él. También conviene recordar que la exfoliación es un remedio imprescindible para igualar el tono de la piel y luchar contra la inevitable descamación que se produce cuando el bronceado desaparece. Y éste no es un tratamiento, como se suele pensar, típicamente femenino, sino que es igual de necesario en los hombres, cuya piel, si acaso más gruesa y resistente, acumula las mismas impurezas sobre sí.
Tratamientos individualizados
Los exfoliantes más habituales son los llamados mecánicos, de uso generalizado, y que se pueden aplicar en pieles de todo tipo. Los químicos, por su parte, son inestimables por su capacidad para alisar la piel, iluminarla, eliminar manchas.De todas formas, tanto químicos como físicos, los exfoliantes producen un efecto renovador de estimulación metabólica, ya que cuando la capa cutánea se llena de células muertas, el organismo tiene que dedicar parte de sus funciones a esta eliminación celular; mientras que si le libramos de esta ardua tarea, se podrá dedicar a otras acciones. Este punto crece en importancia desde los 25 años en adelante, ya que es a partir de esa edad cuando la renovación celular se ralentiza y la producción de células es menor y más lenta.
Los distintos productos exfoliantes se presentan en forma de gel o crema y contienen diminutos gránulos de diversas texturas y tamaños, que al aplicarlos sobre la piel húmeda son los encargados de facilitar su limpieza, eliminar las células muertas, limar las rugosidades y revitalizar la piel. Todos ellos llevan incorporados elementos emolientes y suavizantes, proporcionando así un auténtico confort al terminar el tratamiento.
Por otra parte, todos los exfoliantes corporales se eliminan con agua, por lo que se aplican generalmente durante el baño o la ducha, sin que puedan ser confundidos con los geles de baño o los desmaquillantes o geles limpiadores.
Es importante también desensibilizar la piel del rostro, principalmente, tras la aplicación del producto exfoliante con la aplicación de un agua termal.
Estas aguas específicas y con propiedades minerales de extraordinario valor se comercializan principalmente a través de esprays en muy diversos tamaños: desde los creados específicamente en verano para el transporte a la playa o a la piscina, a otros de mayores dimensiones y que resultan más rentables económicamente. Si bien, marcas específicas de perfumería, como Biotherm, han comercializado ya sus propias aguas termales, las más controladas dermatológicamente son las exclusivas de venta en farmacia perfumerías,tales como Avene, La Roche-Posay, Vichy.
Estas aguas se aplican mediante spray, dejándolas actuar durante unos instantes y retirando el sobrante con un pañuelo. Como paso último y fundamental de este proceso se encuentra la aplicación de una crema nutritiva y protectora, que será absorbida perfectamente por esa piel recién renovada y purificada.
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